
Errores que arruinan una parrilla (y cómo evitarlos como un profesional)
Cuando el fuego se complica… y cómo lo salvamos
Hace unos meses me llamaron para un evento privado: 60 invitados, música en vivo y un asado que prometía ser el protagonista. Cuando llegué, el anfitrión ya había encendido el carbón… o al menos lo intentó. Mucho humo, brasas irregulares y la primera tanda de carne ya sobre la parrilla. En resumen: un desastre en cámara lenta.
La picaña estaba pinchada como colador, el fuego parecía una llamarada de incendio forestal y los cortes más gruesos ya se estaban secando. Tuve que entrar al rescate. Ajusté el fuego, salvé lo que se pudo y, sobre todo, evité que esa noche quedara como “la parrilla del horror”.
De esa experiencia (y de muchas otras), confirmé algo: la mayoría de errores en la parrilla son evitables… si sabes cuáles son y cómo solucionarlos.
En la parrilla, como en la vida, hay margen para improvisar… pero también hay reglas que no conviene romper. Después de más de 20 años cocinando al fuego, puedo decir que el 80% de las parrillas que “salen mal” fallan por los mismos motivos. Y lo mejor es que casi siempre son evitables.
1. Pinchar la carne → perder jugos
Este es un clásico. Hay quienes no pueden resistir la tentación de “ver cómo va” y empiezan a clavar el tenedor en la carne. Grave error. Cada pinchazo es como abrir una canilla: los jugos se escapan, la carne se reseca y pierde parte de su sabor natural.
Solución profesional:
- Usa siempre pinzas de acero inoxidable para manipular la carne.
- Da vuelta las piezas lo justo y necesario: en la mayoría de cortes, una sola vez es suficiente.
Confía en el tiempo y en la temperatura interna más que en la intuición visual.
2. Encender mal el carbón → humo excesivo
Un encendido mal hecho no solo retrasa todo el proceso, sino que también puede arruinar el sabor. Si usas líquido inflamable, carbón húmedo o madera verde, vas a tener más humo que brasa… y ese humo no es el que da el toque ahumado delicioso: es un humo amargo, invasivo y que impregna la carne de un sabor desagradable.
Solución profesional:
- Elige carbón o leña de calidad (dura, seca y bien curada).
- Enciende con pastillas naturales, papel o chimeneas de encendido.
- Espera a que el carbón esté completamente encendido (color gris/blanco) antes de poner la carne.
3. Cocinar con el fuego equivocado
No todos los cortes se cocinan igual. Un corte grueso como un tomahawk o una picaña entera necesita calor indirecto para cocinarse de forma pareja sin quemarse por fuera. En cambio, cortes finos como un bife angosto o un vacío en fetas agradecen el calor directo para un sellado rápido.
Si aplicas el mismo calor para todo, terminarás con piezas quemadas por fuera y crudas por dentro… o secas hasta el punto de necesitar salsa para tragarlas.
Solución profesional:
- Divide tu parrilla en zonas de calor.
- Calor directo: Para sellar cortes finos o dar el toque final a piezas gruesas.
- Calor indirecto: Para cocciones lentas, cortes grandes o ahumados.
Aprende a leer el carbón: una brasa viva y sin llama es el mejor aliado para el control de temperatura.
4. Sobrecocción o carne cruda en el centro
Aquí entra la precisión. Cocinar “a ojo” es romántico, pero si buscas consistencia, necesitas medir. La sobrecocción arruina la textura y la carne cruda en el centro (cuando no lo quieres así) puede decepcionar a los invitados.
Solución profesional:
- Usa un termómetro parrillero digital.
- Guíate por temperaturas internas recomendadas:
- Poco hecho: 50–52 °C
- Al punto: 55–57 °C
- Tres cuartos: 60–63 °C
- Bien hecho: 65 °C o más
- Poco hecho: 50–52 °C
Recuerda que la carne sigue cocinándose unos grados mientras reposa, así que retírala un poco antes del punto final.
5. No dejar reposar la carne
Este es uno de los errores más tristes: lograste un sellado perfecto, el punto exacto… y al cortar inmediatamente, todos los jugos se escapan. Resultado: carne más seca y menos sabrosa.
Solución profesional:
- Retira la carne de la parrilla y cúbrela con papel aluminio sin ajustarlo demasiado.
- Deja reposar de 3 a 10 minutos según el tamaño del corte.
- Usa ese tiempo para emplatar, cortar guarniciones o servir bebidas.
Checklist del parrillero profesional
Si quieres evitar errores, empieza con el equipo adecuado:
- Pinzas y espátula de acero inoxidable – Para manipular la carne sin dañarla.
- Termómetro digital – Precisión ante todo.
- Carbón o leña de calidad – La base de un buen fuego.
- Guantes resistentes al calor – Seguridad primero.
- Cepillo para limpiar la parrilla – Sabor limpio en cada tanda.
Reloj o temporizador – El tiempo es tan importante como la temperatura.
Conclusión: la experiencia es el mejor antídoto<br />La experiencia es el antídoto contra los errores… y el fuego bien usado, tu mejor aliado. Un buen parrillero no es el que nunca falla, sino el que sabe corregir a tiempo y convertir cualquier imprevisto en una anécdota que todos quieran volver a vivir.<br />En la parrilla, como en la vida, los errores enseñan. Pero si puedes evitarlos desde el inicio, mucho mejor: tu carne será más jugosa, tu fuego más estable y tus invitados, más felices.
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